El crimen fue en El Bierzo. Pero no sólo allí. También fue
en Granada donde mataron al poeta. O en Sevilla donde
asesinaron a la anciana madre del sindicalista Saturnino Barneto, y dejaron
su cadáver pudriéndose durante días en la plaza del Pumarejo para
que los rojos supiesen quién mandaba.
El crimen fue por supuesto en Badajoz, en cuya plaza
de toros se vivió uno de los mayores genocidios que
haya conocido la Historia, y claro, también en Gernika, donde
los alemanes exterminaron a la población civil en nombre de un bando que decía
estar salvando a España. Sí. El crimen fue en muchos sitios a la vez, y
en todos la indignidad hizo presencia, pero en pocos lugares llegó a
ser tan canalla y despreciable como en El Bierzo. Concretamente en Ponferrada.
Ese municipio leonés en el que la brutalidad y la barbarie acabaron con algo
sagrado, en un crimen tan atroz que no debería ser olvidado jamás en la
comarca.
Resulta obvio que de un régimen criminal no podía esperarse otra cosa que crímenes, y por eso las fosas que convirtieron a España en un cementerio siguen ahí, gritando en silencio y pidiendo justicia en un país anestesiado. Pero es que lo de Ponferrada resulta atroz incluso para una ideología tan sanguinaria como la franquista, pues allí los falangistas, embriagados de odio y protegidos por la cobarde inmunidad, asesinaron a sangre fría a una mujer embarazada y a su hijo de apenas tres años, cuyos únicos delitos habían sido estar emparentados con el sindicalista Isaac Cabo.
Como sucedió en toda España los nuevos amos al tomar la población hicieron
sus listas negras, listas en las que Isaac evidentemente figuraba. Así,
fueron varias las noches en que los falangistas asaltaron la casa de ese hombre
para asesinarlo. Su mujer, Jerónima Blanco -de apenas 23 años y
embarazada de seis meses-, estaba al cuidado del pequeño Fernando,
y siempre respondía que su marido no estaba. Cansados de no poder saciar su sed
de sangre, una terrible madrugada de agosto, los asesinos rompieron la
puerta a culatazos, y sacaron a Jerónima a la calle donde la mataron a tiros
sin que ningún vecino se atreviese a interceder por ella. Su hijo
corrió peor suerte si cabía, pues ignorando su llanto desconsolado, los
falangistas lo lanzaron por los aires disputándose divertidos entre ellos el
dar diana en el cuerpo del pequeño, en una especie de macabro juego de tiro al
plato que acabó a la vez con la vida y la inocencia de Fernando.
Los cuerpos de esos inocentes fueron abandonados y estuvieron tres
días a la intemperie hasta que un hombre logró superar el miedo y los enterró. A Isaac Cabo
también le tocaría perder a sus padres y a dos de sus hermanos a manos de los
mismos verdugos, pero evidentemente nunca hubo castigo para sus autores. Los
años de silencio impuesto por el franquismo no sirvieron para que en El Bierzo
se olvidara lo sucedido, y setenta años después gracias a los esfuerzos
de familiares y voluntarios de la Asociación para la Recuperación de la Memoria
Histórica, se pudieron exhumar los restos de Jerónima y
Fernando. Hoy ambos poseen una calle en León en su memoria, pero en
Ponferrada nada recuerda el crimen que sucedió allí en 1936.
Pero no crean que no se ha intentado hacer algo. Ya en 2008 se
solicitó la rotulación de una calle para Jerónima Blanco y Fernando Cabo,
aunque el alcalde del Partido Popular que gobernaba entonces Ponferrada
entendió que aquello no era posible, llegando uno de sus concejales a afirmar
que conceder la calle sería ‘una discriminación con las otras víctimas y
con sus familias’. Nada nuevo bajo el Sol desde luego. Pues poco se puede
esperar de un partido fundado por franquistas que no parece querer pasar página
y superar su pecado original. Aunque ahora, estando de nuevo el PP en
el gobierno pero sin mayoría absoluta, estamos en un momento idóneo
para sacar adelante la iniciativa. Una iniciativa que no podrá nunca
resarcir a las víctimas ni hacer justicia, pero que por lo menos servirá para
que los nombres de Jerónima y Fernando no caigan en el olvido. Porque el crimen
fue en el Bierzo y eso no debe olvidarse nunca.