Desde el pasado 15 de
marzo, miles de jóvenes se echan a las calles cada viernes en protesta contra
el Cambio Climático. Estas jornadas reivindicativas se hacen eco de los
numerosos llamamientos que los expertos han hecho para evitar la subida de la
concentración de CO2 por encima de 500 ppm y evitar así los estragos
que derivarían de la subida de temperatura en la Tierra.
Durante las mismas
semanas, los trabajadores de las contratas de Compostilla II (El Bierzo)
también iniciaban jornadas de protesta contra la pérdida de sus puestos de
trabajo y la escasez de futuro que les plantea el Gobierno. Siguen, así a los
mineros, plantillas de ENDESA, empresas auxiliares de la minería, y un sinfín
de bares, tiendas, restaurantes y transportistas que echaron el cierre en las
cuencas mineras.
Frente a ellos, el
capital, que para adaptarse a las medidas contra el cambio climático ha
decidido seguir su juego, el de su propia rentabilidad económica. Así pues,
mientras se anunciaba el cierre de las térmicas
Compostilla II y Andorra, España comenzaba a importar energía de una
central de carbón situada en Marruecos. Claro está, que como Marruecos no forma
parte de la UE, la emisión de CO2 ya no computa. Se demuestra así
esta farsa montada por la UE: será la clase trabajadora quien pague las
consecuencias del Cambio Climático mientras los grandes oligarcas se expandirán
a otros lugares, buscando nuevos mercados y explotando a los trabajadores y
trabajadoras, así como la naturaleza.
Parece, a priori, que
existe una dicotomía entre conservación del medio ambiente y clase obrera, cuya
resolución no es fácil. No obstante, el IPCC, el mismo organismo que se ocupa
del Cambio Climático, señaló en su informe de 2014 que para alcanzar los
objetivos en materia climática serían necesarias tecnologías como la Captura y Almacenamiento
de CO2, ante la dificultad de mantener un sistema energético basado
sólo en renovables. Esto parece dar un soplo de aire fresco a proyectos como
CIUDEN (El Bierzo) que pretendía demostrar a viabilidad de esta tecnología, que
no es más que almacenar en acuíferos salinos profundos, el CO2
generado en centrales térmicas, evitando más del 90% de las emisiones de una central
de carbón. Este proyecto que alcanzó valores millonarios se encuentra
actualmente paralizado, expectante a las falsas promesas de PSOE. Es decir, el
Estado Español tiene en punto muerto un proyecto, cuyo último fin es quemar
carbón autóctono sin emitir CO2, reduciendo importaciones, y
ampliando la soberanía energética del país. Pero la burguesía no descansa en
sus embestidas; ENDESA, empresa de origen público que fue privatizada; y los
gobernantes del Régimen, argumentaron
que esto no es rentable (en términos económicos, claro está) y se echó todo por
la borda llegando a la situación actual. De esta forma el libre mercado sigue
arrastrando al mundo hacia el desastre ecológico, social y económico, eso sí, poniendo
a su imagen un tono verde que usan para vender descaradamente. Sólo importa el
beneficio. Quién sabe si eliminando la plusvalía podríamos tener abiertas
nuestras minas, centrales, y todo lo que da servicio a un coste ambiental
asequible. Quién sabe si de ser así, reduciríamos nuestra dependencia
energética y crearíamos empleo de todos los grados académicos y profesionales.
Parece ser que una vez
más los Marx tenía razón. No es el medio ambiente contra el trabajo y la
economía; son dos clases antagónicas enfrentadas, burguesía y proletariado.