lunes, 17 de junio de 2019

Cambio climático, carbón y clase obrera


Desde el pasado 15 de marzo, miles de jóvenes se echan a las calles cada viernes en protesta contra el Cambio Climático. Estas jornadas reivindicativas se hacen eco de los numerosos llamamientos que los expertos han hecho para evitar la subida de la concentración de CO2 por encima de 500 ppm y evitar así los estragos que derivarían de la subida de temperatura en la Tierra.

Durante las mismas semanas, los trabajadores de las contratas de Compostilla II (El Bierzo) también iniciaban jornadas de protesta contra la pérdida de sus puestos de trabajo y la escasez de futuro que les plantea el Gobierno. Siguen, así a los mineros, plantillas de ENDESA, empresas auxiliares de la minería, y un sinfín de bares, tiendas, restaurantes y transportistas que echaron el cierre en las cuencas mineras.

Frente a ellos, el capital, que para adaptarse a las medidas contra el cambio climático ha decidido seguir su juego, el de su propia rentabilidad económica. Así pues, mientras se anunciaba el cierre de las térmicas  Compostilla II y Andorra, España comenzaba a importar energía de una central de carbón situada en Marruecos. Claro está, que como Marruecos no forma parte de la UE, la emisión de CO2 ya no computa. Se demuestra así esta farsa montada por la UE: será la clase trabajadora quien pague las consecuencias del Cambio Climático mientras los grandes oligarcas se expandirán a otros lugares, buscando nuevos mercados y explotando a los trabajadores y trabajadoras, así como la naturaleza.

Parece, a priori, que existe una dicotomía entre conservación del medio ambiente y clase obrera, cuya resolución no es fácil. No obstante, el IPCC, el mismo organismo que se ocupa del Cambio Climático, señaló en su informe de 2014 que para alcanzar los objetivos en materia climática serían necesarias tecnologías como la Captura y Almacenamiento de CO2, ante la dificultad de mantener un sistema energético basado sólo en renovables. Esto parece dar un soplo de aire fresco a proyectos como CIUDEN (El Bierzo) que pretendía demostrar a viabilidad de esta tecnología, que no es más que almacenar en acuíferos salinos profundos, el CO2 generado en centrales térmicas, evitando más del 90% de las emisiones de una central de carbón. Este proyecto que alcanzó valores millonarios se encuentra actualmente paralizado, expectante a las falsas promesas de PSOE. Es decir, el Estado Español tiene en punto muerto un proyecto, cuyo último fin es quemar carbón autóctono sin emitir CO2, reduciendo importaciones, y ampliando la soberanía energética del país. Pero la burguesía no descansa en sus embestidas; ENDESA, empresa de origen público que fue privatizada; y los gobernantes  del Régimen, argumentaron que esto no es rentable (en términos económicos, claro está) y se echó todo por la borda llegando a la situación actual. De esta forma el libre mercado sigue arrastrando al mundo hacia el desastre ecológico, social y económico, eso sí, poniendo a su imagen un tono verde que usan para vender descaradamente. Sólo importa el beneficio. Quién sabe si eliminando la plusvalía podríamos tener abiertas nuestras minas, centrales, y todo lo que da servicio a un coste ambiental asequible. Quién sabe si de ser así, reduciríamos nuestra dependencia energética y crearíamos empleo de todos los grados académicos y profesionales.

Parece ser que una vez más los Marx tenía razón. No es el medio ambiente contra el trabajo y la economía; son dos clases antagónicas enfrentadas, burguesía y proletariado.