
A la hora de determinar el alcance real de la determinación adoptada por el pueblo británico, es importante no dejarse confundir por la campaña abierta de manipulación acerca de las supuestas consecuencias terribles de ésta. Ni la considerable dimensión económica y financiera del Reino Unido a nivel regional y mundial, ni la fuerte inserción de éste con el resto del continente (que va mucho más allá de Tratados concretos), permiten considerar que vaya a producirse una ruptura auténticamente traumática con respecto a la realidad actual; tampoco cabe esperar que el resto de la Unión vaya a emprender una campaña “de castigo” contra las y los británicos.
Por otra parte, si hasta el día del referéndum la estrategia del miedo buscaba amedrentar a la población británica hasta hacerla consentir con el estado de cosas preexistente, a partir del conocimiento del resultado se busca infundir miedo al resto de pueblos europeos para evitar cualquier nueva “tentación” de contestación (independientemente a que ésta se desarrolle singularmente en un sentido social, o en uno demagógico y reaccionario).
Por un sentido básico de solidaridad, rechazamos profundamente la oleada de ataques contra la decisión adoptada democráticamente por el pueblo británico, recurriendo a pretendidas carencias de “reflexión” o al supuesto carácter “manipulable” de las masas a la hora de abordar las decisiones sobre los grandes asuntos de Estado. Estas críticas, que tienen un importante componente elitista y tecnocrático, recuperan las argumentaciones esgrimidas en el pasado para justificar la pervivencia del sufragio censitario.
Consideramos que aquellos que se han dado en criticar la convocatoria del referéndum (principalmente en función de su resultado) deberían pronunciarse con claridad sobre si están proponiendo la implantación de una democracia limitada (de hecho o de Derecho) en el resto de Estados miembros de la UE, fundamentalmente al objeto de que las mayorías sociales de nuestros países puedan forjarse una verdadera opinión sobre qué es lo que defiende realmente cada cual, y éstas puedan posicionarse en consecuencia.
Asimismo, queremos advertir acerca de una realidad constatada a la luz de la visión del propio desarrollo del referéndum y del análisis de su resultado.
La creciente contestación a la UE en el seno de las capas populares es un hecho, el cual se vincula a la respuesta ante la degradación de las condiciones generales de vida de la mayoría social en el continente europeo. Ese proceso va a desarrollarse predominantemente sólo a través de una de entre dos líneas posibles: o por una vía de afirmación popular y democrática que sea tendencialmente anticapitalista, o por el fortalecimiento de un nuevo polo fascista en Europa sustentado en el auge de fuerzas demagógicas reaccionarias.
Los procesos no surgen por casualidad. El monstruo fascista que volvemos nuevamente a contemplar es una criatura alimentada por la oligarquía pan-europea en el proceso de implementación de la estrategia neoliberal: sus raíces se encuentran en el proceso masivo de depauperación de la clase trabajadora europea, la degradación de las libertades democráticas, el trato de “carne de cañón” dispensado a los trabajadores inmigrantes, el proceso de desintegración de los mecanismos de cohesión y solidaridad social y el fomento de los valores neoliberales en el ámbito cultural, y la adopción de una estrategia expansionista tanto en el entorno de Europa (incluyendo, en sus expresiones más recientes, las intervenciones en Libia y Siria) como en ésta misma, con el ejemplo paradigmático del apoyo al golpe de Estado en Ucrania: no se puede estar clamando por el ascenso de la ultraderecha en múltiples países de la UE mientras se bendice como “luchadores por la libertad” a los mismas fuerzas reaccionarias y neonazis que protagonizaron la toma del poder a sangre y fuego en este país en 2014.
Así pues, rechazamos rotundamente el llamamiento a un supuesto “cierre de filas” en torno a la defensa de la Unión Europea a las distintas fuerzas políticas y sociales europeas: la UE es parte (e importantísima) del problema, no fundamento de solución alguna. Abandonar el deber de señalar quiénes son los responsables de la crisis social y política en el conjunto europeo es abonar aún más el crecimiento del fascismo; la construcción de un nuevo consenso antifascista, como aquel que forjase en su día la victoria frente a las potencias del Eje, ha de pasar necesariamente por el abandono completo de la estrategia neoliberal que durante más de tres décadas se ha enseñoreado de Europa y la adopción de una visión anti-oligárquica que tenga como centro los intereses y aspiraciones de las mayorías sociales.
Ante la imposibilidad manifiesta de una reforma de la UE al servicio de las necesidades de la clase trabajadora del continente, que incluya la desaparición de la segregación de corte imperial entre países del “núcleo” de la Unión y países periféricos y la reformulación de este proceso de integración regional de forma que sirva a las aspiraciones del conjunto de pueblos del mundo, llamamos al lanzamiento de un nuevo proceso de integración regional en Europa de carácter cooperativo, horizontal y solidario, y distinto al de la UE, en la que todos los pueblos del continente tienen mucho que aportar, incluyendo claramente en la oferta a todos de este proyecto conjunto al pueblo británico.